Normalmente, cuando comenzamos a echar a rodar nuestro despacho propio, es porque hemos llegado a la conclusión de que una gran empresa no es nuestra salvación, bien porque ya hayamos tenido una mala experiencia trabajando para otros, o bien porque simplemente, hemos decidido tomar las riendas de nuestra vida laboral. ¡Casi nada! En un alarde de valentía, decidimos que ya no vamos a tener más jefes, que nuestro horario será más flexible, que podremos tomarnos las vacaciones cuando queremos y no cuando lo decida nuestro jefe de personal… y con lo que realmente te encuentras es que en lugar de un jefe tienes un montón (porque, créeme, cada cliente será un jefe…) trabajarás mucho más que antes (que tenías un horario definido) y en vacaciones, te ves que no puedes desconectar el móvil, porque temes que el mundo dejará de girar si tú no descuelgas esa insistente llamada de Dª Petronila, que resulta que al cumplimentar una solicitud que nada tiene que ver con el trabajo que has desempeñado para ella, no sabe que significa la segunda cuestión, pero que como siempre eres tan amable, te llama un día de tus vacaciones a las 9 de la mañana, porque es que su hijo no le coge el teléfono…¡Ay que ver!
Source: blog.anagse.com
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